
Escuchemos a Vicente de Paúl:
¿De dónde proviene que veamos en el mundo ciertas familias que viven tan bien, en el respeto de Dios? Me acuerdo ahora de una familia, de la que conocí a los abuelos y a los padres, que eran todos personas muy de bien; y los hijos, a quienes también conozco, se portan de la misma forma. ¿De dónde proviene esto? Sus padres merecieron de Dios esta gracia, por su vida buena y santa, según la promesa de Dios mismo, de que recompensará la virtud de los padres en sus hijos hasta la milésima generación. (…) De forma que, si obramos bien, si guardamos con fidelidad todas nuestras normas, si practicamos bien todas las virtudes que convienen a un buen misionero, mereceremos de Dios esta gracia para nuestros hijos, esto es, para los que vengan detrás de nosotros, y que seguirán haciendo el bien.
(Tomo XI A; 315; Obras Completas SVP)