Estimada Familia Vicentina, iniciamos unos días de descanso de las actividades académicas… Los tiempos aún son complicados y duros, por lo que consideramos importante emplear estos días para un encuentro personal y familiar indispensable tanto para nuestros niños – niñas – adolescentes como para nosotros adultos y nuestros adultos mayores…
En diferentes oportunidades hemos comentado sobre la importancia de nuestra conexión personal e íntima con nuestras emociones, en ocasiones pensamos, creemos que bloquearlas, ocultarlas nos hará sentir mejor, muchas veces nos obligamos a no llorar, procurando con eso reforzar la falsa creencia de fortaleza…
Todas las emociones son importantes, forman parte de nuestras vidas, nos hacen ser quienes somos, imprimen significado a nuestras experiencias. Las emociones nos crean y nos transforman día a día, mucho más si nos damos el permiso de compartirlas con quienes amamos… si aprendemos juntos que estar tristes o tener miedo o enojo no es negativo o inadecuado… si nos damos el permiso de llorar, de verbalizar, aquello que estamos sintiendo, no siempre nuestras emociones tienen que satisfacer las expectativas de nuestro entorno, no siempre enfadarme o enojarme significa que deseo pelear o discutir, si verbalizamos, si expresamos, si comunicamos con claridad lo que sentimos y por qué lo sentimos o qué de lo que ocurre me está haciendo sentir de este modo, seguramente nos comprenderemos mejor entre nosotros…
Lo que les propongo no es fácil, no es sencillo, tampoco será rápido… sin embargo como todo en la vida el primer paso es fundamental… nos puede ayudar a iniciar un camino diferente como familia…
En ocasiones los adultos pensamos que dejando de comunicar a nuestros hijos – hijas algunas situaciones o como nos hacen sentir esas situaciones estamos ayudándolos, protegiéndolos, cuidándolos, sin percatarnos que nuestros niños – niñas – adolescentes están viviendo solos su propia carga emocional sin comprender que les ocurre… Nuevamente los invito a aprovechar estos días de descanso académico para conectarnos emocionalmente como familia, para comunicarnos afectivamente, para darnos la licencia de sentir, de llorar, de reír, de compartir nuestro enojo, impotencia, frustración, alegría, esperanza…
La FE es nuestra fortaleza, la unión afectiva nos ayuda a sentirnos acompañados, a saber, que contamos unos con otros, a tener la certeza de que hay alguien al lado que me escucha y me comprende… Somos una gran familia, ¡¡¡Nos tenemos unos a otros… SOMOS LA FAMILIA VICENTINA!!!
Mariella Delgado Véliz
Dpto. Psicología
Orientación y Desarrollo Personal